Prostatitis
No siempre se debe a una infección que se pueda identificar, sin embargo, a menudo una infección bacteriana se extiende desde el tracto urinario hasta la próstata.
Dependiendo de la duración de los síntomas, se puede clasificar en:
- Agudo (síntomas agudos y repentinos);
- Crónica (sintomatología persistente durante más de 3 meses, generalmente menos intensa que en la enfermedad aguda).
En la era prebiótica, las prostatitis agudas eran las más frecuentes, uno de los factores que contribuyó a esta situación fue la disminución del potencial inmunológico de la población, como resultado de la situación ambiental desfavorable, el abuso del consumo de tabaco y alcohol entre los hombres y el aumento de las infecciones de transmisión sexual. Actualmente, alrededor del 98% de los casos son formas latentes de prostatitis crónica, siendo esta la causa más frecuente de infección urinaria recurrente en los hombres.

- Prostatitis – inflamación de la próstata;
- Vesiculitis – inflamación de las vesículas seminales;
- Coliculitis – inflamación de las células seminales.
Que a menudo evolucionan a una forma crónica.
Tabla clínica de la prostatitis
Tras estudios recientes, podemos concluir que el cuadro clínico de la prostatitis se caracteriza por:
- Alteraciones sexuales;
- Trastornos reproductivos;
- Síndromes de dolor;
- Cambios urinarios;
- Trastornos psico-neurológicos de difícil tratamiento.
La próstata, que funciona normalmente, tiene tres barreras protectoras:
1. Estructura resistente morfológica y funcional. Contribuyen a la ruptura de esta barrera: la presencia de un estado psico-emocional negativo (astenia o depresión pronunciadas), y en caso de cambios orgánicos en los órganos genitales (traumatismos, intoxicaciones, cambios en la perfusión, etc.);
2. Suficiente tono fisiológico y vascularización de los órganos genitales internos: esta barrera se ve afectada en los casos de: hipodinamia, disritmias sexuales, hipotermia e insuficiencia androgénica;
3. Barrera antiinfecciosa: esta barrera se supera cuando se debilitan las reacciones inmunobiológicas locales, que se producen junto con la astenia neuro-circulatoria, la insuficiencia androgénica y la intoxicación microbiana o por drogas, entre otras.
La función androgénica tiene gran importancia en los mecanismos de defensa fisiológicos porque el nivel normal de andrógenos permite mantener el tono de los órganos genitales, la secreción activa en la próstata y producir en número suficiente los componentes bactericidas de la secreción.
Las personas que padecen de prostatitis sufren a menudo de un desequilibrio andrógeno/estrógeno, que suele producirse debido a los cambios metabólicos de las hormonas esteroides, lo que induce a trastornos tónicos de la próstata y a la congestión de los órganos de la pelvis menor, y también se observa una inflamación de los conductos biliares o una disminución de la función hepática (hígado).
Los principales factores que contribuyen al desarrollo de la prostatitis y otras enfermedades de los órganos sexuales masculinos son:
- La congestión venosa;
- Atonía muscular en los órganos de la parte inferior de la pelvis.
Estas pueden ser causadas por: interrupción o prolongación del acto sexual, excesos sexuales, estreñimiento crónico por proctitis y/o sigmoiditis, sinusitis, sedentarismo y/o hipotermia.
También pueden considerarse algunos factores potenciadores:
- Traumatismo causado por los exámenes instrumentales;
- Manipulaciones asquerosas;
- Estado séptico general;
- Inflamación del hígado y de los conductos biliares;
- Amigdalitis, otitis, caries dental, endocarditis crónica, neumonía crónica, intoxicaciones.

Los síntomas de la Prostatitis
La sintomatología subjetiva y objetiva de la prostatitis se caracteriza por una gran variabilidad y polimorfismo.
Sintomatología local
- Dolor o peso constante en la “vejiga”;
- Dolor en el ano;
- Dolor o molestias en el área entre el ano y los testículos;
- Dolor en los testículos y/o en la ingle;
- Un deseo de orinar más a menudo;
- Despertarse para orinar con una frecuencia variable;
- Dolor y/o ardor al orinar;
- Cambio en la forma, tamaño y consistencia de la próstata;
- Flujo de orina intermitente;
- Dolor en la parte baja de la espalda;
- Dolor a la compresión de la próstata durante el tacto rectal, que es un criterio para el diagnóstico de la prostatitis.
Sintomatología funcional
- Un orgasmo doloroso o imposible;
- Eyaculación precoz;
- Eyaculación retardada o imposible;
- Disfunción eréctil/impotencia;
- Hematosperma (sangre en el esperma);
- Deseo sexual hipoactivo;
- Cambio del volumen de la eyaculación.
Los trastornos de la función sexual suelen ser la única queja que percibe o valora el enfermo de prostatitis.
Sintomatología general
- Trastornos del sueño;
- Cansancio fácil;
- Ansiedad;
- endencia a la depresión;
- Irritabilidad;
- Debilidad general;
- Escalofríos y fiebre.
El tratamiento *
El tratamiento tiene cinco objetivos:
- Inmunoterapia general y local;
- Estandarización de la perfusión de la próstata;
- Recuperación del flujo de secreción de la próstata y de las vesículas seminales, de las glándulas de Littre y de Cowper, gracias al aumento del tono de los músculos pélvicos y perineales y de las fibras musculares de la próstata;
- Recuperación de los elementos morfológicos y estructurales en los tejidos con cambios patógenos;
- Estandarización de toda la gama de funciones de los cuerpos heridos.
Estos objetivos se logran a través de un tratamiento integrado que puede incluir: terapia de láser de baja intensidad (fortalece la microcirculación, tiene un efecto antiinflamatorio, analgésico, antioxidante, restaura la homeostasis general, sexual, genital y del pene, normalizando la función y la energía sexual y fortaleciendo la capacidad de defensa autoinmune del cuerpo), antibioterapia, masaje de próstata y otros que puedan ser necesarios.
La considerable mejora de los flujos linfáticos y sanguíneos en la zona irradiada contribuye a una mayor y más eficaz entrada de antibióticos en la próstata, lo que permite reducir las dosis de los medicamentos administrados.
Nuestra experiencia clínica muestra que el plan de tratamiento puede incluir otros parámetros además de los ya descritos, tales como: optimización hormonal, cambios en los hábitos de vida y alimentación, ejercicio y eliminación de factores de riesgo. Uno de los factores de riesgo que hay que tener en cuenta es no utilizar un preservativo durante las relaciones sexuales. El microbiota íntimo femenina presenta de forma natural varias bacterias (que al ser parte y necesarias para la mujer, pueden ser perjudiciales para el hombre), el uso del preservativo impide el paso de estas bacterias al canal uretral masculino y por tanto impide que lleguen a la próstata, eliminando uno de los factores de riesgo más comunes en el desarrollo de la prostatitis.